En las próximas horas, la Democracia Cristiana reunirá a cientos de sus delegados en una jornada destinada a analizar el proyecto falangista para la década venidera, además de buscar un frente común como uno de los principales partidos opositores al actual gobierno, entendiéndose como “oposición”, el ejercicio de gobernar, pues en lo medular la DC comparte muchos de los postulados del piñerismo, no así de la alianza en su conjunto.
De ese encuentro saldrán, presumiblemente, algunos de los nombres que dirigirán el partido tras la era Latorre, entre los que figuran el de Ignacio Walker, Mariano Fernández y Claudio Orrego, todos eventuales cartas presidenciables para 2014.
Para nadie que haya vivido o leído respecto de la historia de esa tienda política durante los últimos 50 años, debe sonar extraño que la esencia democristiana se asemeja más al discurso centroderechista que a las opciones propugnadas por la izquierda tradicional, lo cual quedó demostrado en el gobierno del Presidente Salvador Allende y los primeros años de la dictadura, cuando sólo un puñado de figuras DC repudió el golpe: la inmensa mayoría lo justificó, aunque luego devinieran en opositores más o menos comprometidos, Frei Montalva incluido.
Tampoco es desconocido el poder que ejercen, internamente, las “máquinas”, caudillos y acomodamientos de acuerdo a la correlación de fuerzas existentes en el país y al interior del partido, hecho que ha sido criticado por la militancia pero impuesto por las cúpulas, con desastrosas consecuencias en las últimas elecciones municipales y parlamentarias, donde la DC sufrió una derrota similar a su homóloga italiana hace algunos años.
Para determinados sectores DC, también es relevante lo que suceda al interior del Partido Socialista y el PPD, donde la pugna entre Osvaldo Andrade Carolina Tohá, Fulvio Rossi y otros dirigentes arrojarán luces en pro o en contra de los intereses democristianos en su afán por llegar a La Moneda.
Ignacio Walker, cercano ideológicamente y por lazos familiares y de amistad con Sebastián Piñera –en cuyos genes hay mucho de falangista- cuenta con cierta ventaja mediática respecto de sus camaradas anteriormente mencionados, y lo más probable es que los medios de comunicación pertenecientes al duopolio Mercurio-Copesa le ofrezcan tribuna en forma regular.
Walker quiere separar aguas con la izquierda extraconcertacionista y allegarse a esa centroderecha que lidera el actual presidente de la República pues sabe que las posibilidades del arratismo o el marquismo son escasas, y cabe preguntarse si el senador por la Quinta Región Cordillera no está entre aquellos que, en forma subrepticia, ha llegado a acuerdos con la derecha para una alternancia en el poder excluyendo a quienes reclaman por un país más justo, equitativo y con real participación de las personas.
En las semanas siguientes, veremos si esta tesis es errada, pero creo que la Democracia Cristiana, una vez más, priorizará intereses de grupo y personales en desmedro de las aspiraciones de una buena parte de la ciudadanía que no se siente representada ni por los actuales inquilinos de palacio ni por la clase política chilena, cuyos apellidos se repiten desde los albores de la República.
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