Finalmente, el cura Karadima morirá a consecuencia de alguna de las enfermedades que le aquejan sin ser juzgado por los cargos de abusos sexuales reiterados en contra de feligreses, jóvenes con vocación sacerdotal y otras personas, todas menores de edad cuando se cometió el delito y cuyas denuncias, que datan desde 2005 y antes, recién se hacen públicas, develando una verdadera red de protección en torno del sacerdote católico.
Desde parlamentarios de la Udi y Rn, al alcalde de Puente Alto, Ossandón; civiles y militares que acuden a la parroquia donde el presbítero moralizó y sermoneó acerca de los “valores cristianos y la rectitud”, todos, de alguna forma, han servido de encubridores o, al menos, han desestimado las denuncias y fustigado a las víctimas y a los escasos medios de comunicación que se han atrevido a ir un poco más allá e investigado.
En horas recientes, Karadima debía ser interrogado por el fiscal que lleva la causa, hecho que no se concretó en base a resquicios legales que sólo dilatan cada vez más la causa. ¿Recuerda usted el caso Pinochet?
Hace algunos días, Francisco Javier Errázuriz, mandamás de la iglesia católica de Santiago, quien sabía de las denuncias desde hace años y no les otorgó la urgencia requerida, señaló que había enviado los antecedentes a Roma, con miras a un “juicio canónigo”, evitando una crítica mayor al pederasta con sotana. Tal enjuiciamiento podría tardar más de 5 años en trámites.
Chile, lamentablemente, ya ha dado muestras suficientes de tolerancia extrema y desidia con delincuentes de la talla de Pinochet, los curas Cox y Karadima y violadores de derechos humanos, postergando juicios a la espera que el imputado fallezca por causas naturales u otras.
Paralelamente con el frustrado interrogatorio a Karadima –a cargo del fiscal Armendáriz, el mismo que fue sacado del denominado “caso bombas” y del joven pakistaní por tardar más de lo prudente en las indagaciones- algunos ciudadanos, ex estudiantes del Colegio Salesianos denuncian al ex rector de ese establecimiento –también religioso- por acoso sexual, tocaciones indebidas de connotacion sexual y pedofilia, sin que la iglesia haga nada.
La jerarquía eclesiástica, comenzando por el Papa en Roma y sus más cercanos, hacen un flaco favor a su reinado terrenal, ahuyentando a sus fieles, y parecen no temer cuando –por hablar en términos futbolísticos- suenen las “vuvuzelas” el día del juicio final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario