Durante la reciente ceremonia de conmemoración del 21 de Mayo, el presidente de la República esbozó los principales lineamientos de su gobierno, abordando distintas materias de interés público, y rescatando proyectos e ideas ya planteadas por los gobiernos concertacionistas, aunque no todas llevadas a cabo.
El jefe del Estado no omitió temas cruciales en lo valórico, tales como la no discriminación debido a opción sexual u otras, aunque otros planteamientos solamente revelan una retórica insustancial.
Sin duda que el gobierno intentará por todos los medios superar las metas alcanzadas por quienes le precedieron en La Moneda, para asegurarse una continuidad más allá de los 4 años.
Sin embargo, hubo algunos aspectos que llaman la atención en lo discursivo, en especial cuando éstos provienen de un oficial del más alto rango, como es el caso de Edmundo González Robles, comandante en jefe de la Armada de Chile, el mismo que expresó que “se había relajado” minutos después del terremoto y posterior maremoto que devastó a una extensa zona del país y se quedó en su casa, sin preocuparse de coordinar la presencia de algún representante de la institución que dirige -y que es costeada por todos los chilenos y chilenas y el producto del trabajo de miles de mineros- en dependencias de la Onemi el día de la catástrofe natural.
El jefe naval reiteró en parte de su discurso una frase que había sido retirada de la Constitución Política vigente, aquella que dice que “las fuerzas armadas y de orden son uno de los pilares fundamentales de la Nación y garantes de la libertad”; añadiendo que la Armada se compromete ante las máximas autoridades presentes con la reconstrucción del país.
Lo anterior no sólo recuerda el sello del pinochetismo y la dictadura que gobernó por 17 años a nuestro país, situando a las ramas castrenses y policía uniformada en sitiales exagerados respecto de sus verdaderas funciones, sino que también contradice las reformas efectuadas a nuestra Carta Fundamental –aunque pocas- por los gobiernos democráticos desde 1990 hasta la fecha, pues tal frase había sido excluida.
Por supuesto que el ministro de Defensa, Jaime Ravinet, no se inmutó al oir ese dicurso, al menos no en público, pero sería importante que la actual oposición, entes y autoridades que corresponda, evalúen lo señalado por el marino, pues hay “señales” que, de no ser bien traducidas a tiempo, se convierten en tics con consecuencias impredecibles acerca del rol que le compete a quienes conforman las instituciones armadas.
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