Cada cierto tiempo, la derecha y en particular la UDI, ventilan el caso de “extremistas” que participaron en el asesinato del senador Jaime Guzmán, y que una vez liberados de la cárcel, tras años de presidio, o evadidos de ésta tras protagonizar algunas de las fugas más cinematográficas que recuerde la historia penal chilena e internacional, han permanecido en calidad de prófugos de los tribunales de Justicia, residiendo en Europa, Cuba u otros países latinoamericanos.
Tales hechos han servido al denominado gremialismo para fustigar a los gobiernos concertacionistas “por no haber hecho nada para impedir esas fugas ni realizar gestiones tendientes a que esas personas sean extraditadas de vuelta a Chile y juzgadas”; según expresó recientemente uno de los discípulos del extinto fundador de ese partido, hoy en el poder.
Sin embargo, muchos de los que rasgan vestiduras por justicia y castigo a quienes dispararon contra Guzmán, en casos similares o aún peores hacen la vista más que gorda. A modo de ejemplo, está Juan Bulnes Cerda, uno de los que dispararon en contra del también asesinado René Schnneider Cherau, quien fuera comandante en jefe del ejército.
Este familiar directo del actual ministro de Justicia, Felipe Bulnes, al igual que la mayoría de sus cómplices, huyó del país una vez consumado el crimen, y no regresó hasta que obtuvo las garantías que le permitió el golpe militar de 1973. No obstante, otros de los confabulados permanecieron, por ejemplo, en Paraguay, donde misteriosas redes de nazis afincados en ese pequeño país, amparados bajo otra larguísima dictadura, la del general Stroessner, les ofrecieron protección y una vida más que cómoda y lejos de cualquier juez que pudiese amargarles la fiesta.
Negocios y política
Uno de aquellos es Rafael Eduardo Avilés Lambrie, quien abrió fuego contra el vehículo donde se desplazaba el general Schnneider aquél 23 de octubre de 1970. Avilés, quien ingresó a Argentina 20 días después del atentado y luego arribó al Paraguay de Stroessner el primer mes del año 1971, hoy reaparece haciendo noticia en el norte de ese país, al hacer un llamado para crear milicias paramilitares de corte fascista en contra de “la ofensiva marxista paraguaya y en el resto de América del Sur”, según declaraciones realizadas hace pocas semanas.
Ganadero acaudalado, el prófugo Avilés, hoy escudado en su cédula de identidad paraguaya que lleva el número 585.763 y quien estuvo, en su vida chilena, íntimamente ligado a Patria y Libertad, ha mantenido estrechos vínculos con la organización también de corte neofascista P-2, de Italia; militares golpistas de prácticamente toda América Latina y exiliados anticastristas cubanos de Miami, donde viaja con relativa frecuencia.
Otro de los asesinos del militar chileno, Guillermo Carey Tagle, miembro fundador del movimiento Patria y Libertad que lideró el hoy abogado y profesor de derecho Pablo Rodríguez Grez, actuó bajo las órdenes directas del coronel golpista Roberto Viaux Marambio, también se fugó al Paraguay y fue amnistiado por Augusto Pinochet Ugarte.
Si de tentáculos, contactos, relaciones políticas , económicas y familiares se trata, muchos de los actuales miembros del gobierno de Sebastián Piñera llevan la batuta, pues este Carey Tagle, en 1989, cuando la aerolínea estatal Lan se privatizó, se convirtió en copropietario, incrementando enormemente su fortuna personal y participando del saqueo a empresas del Estado que, al parecer, hoy vuelve a repetirse. Edelnor y otras propuestas del Ejecutivo así lo demuestran.
Para ir a casos más recientes, en donde la Udi, muchos ministros, parlamentarios y alcaldes proclives al gobierno de Piñera, como Ossandón, en Puente Alto, no escatiman esfuerzos ni ahorran palabras para exigir el retorno obligado de aquellos chilenos que atentaron contra Jaime Guzmán, dicho sea de paso ferviente admirador del cura Karadima, hoy acusado de pederastia, abusos y delitos sexuales, también esas mismas voces callaron cuando ese y otros sacerdotes cometían sus tropelías, o cuando los derechos humanos de miles de chilenos y chilenas, así como de ciudadanos de otras nacionalidades residentes en nuestro país eran violentados a diario durante 17 años.
No olvidar tampoco que el Opus Dei y Legionarios de Cristo, hoy intervenidos en muchos países del mundo por delitos de pederastia y abusos sexuales en contra de niños y niñas, fueron la banda sonora de la infancia y juventud de quienes hoy gobiernan Chile.
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