miércoles, 6 de octubre de 2010

Privatizar hasta que duela...

Privatizar empresas sanitarias y enajenar inmuebles pertenecientes al Estado de Chile, un total de 17 mil entre edificios y terrenos, además de considerar, a mediano plazo, la entrega a capitales foráneos y nacionales empresas estratégicas como Enap, Codelco y Enami, pero no aplicar impuestos a las grandes empresas o incrementar el royalti a la minería, son algunas de las "recomendaciones" que entrega en su página editorial el diario El Mercurio al gobierno de Piñera. Lo anterior, en el marco de la "reconstrucción del país" posterremoto.

Vamos por parte. Es bien sabido que el actual gobierno está integrado por empresarios y sus tentáculos abarcan lo más granado de los dueños de Chile. La mayoría de los ministros, subsecretarios, intendentes y gobernadores, además del presidente, poseen enormes intereses económicos, y es de conocimiento público que la codicia, afán de lucro y sublimación del neoliberalismo está entre las prioridades de sus respectivas agendas. Por esas y otras razones, no sería extraño que el país se convierta en una suerte de sociedad anónima que favorezca determinados intereses.

Cuando se mencionan los "inmuebles enajenables", no se trata de otra cosa que enormes paños de terreno y edificaciones cuyo valor suma muchos millones de dólares, y que seguramente serían adquiridos a precio de huevo por especuladores que, independientemente de como resuelva este gobierno los "problemas de la gente", quienes compren serán aun más ricos.

Aplicar un impuesto o royalti a la minería -en poder de consorcios norteamericanos- no está en carpeta, pues "afectaría nuestra reputación...", según el decano. En este caso, nada de pataletas patrioteras ni defensa de los recursos de todos los chilenos. El capital no tiene patria.

Lo que no es descartable es concesionar hospitales; es decir, la función que debería cumplir el Estado, de velar por una atención primaria de salud digna para la población más vulnerable quedaría en manos de particulares.

El perfil "técnico" de los inquilinos de palacio, en su mayoría ingenieros comerciales de la Universidad Católica, militantes Udi y Rn, salvo una que otra "galleta" de partidos políticos intrascendentes, en aras de una supuesta "diversidad ideológica", será incapaz de resolver necesidades fundamentales de un grueso de los chilenos, pero no dará puntada sin hilo en lo que a negocios y negociados se refiere.

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