lunes, 20 de octubre de 2008

Sebastián Piñera, candidato de RN -precandidato, opción?- a la Presidencia de la República insiste desde hace tiempo que se está desvinculando de sus negocios (y negociados, como la compra de acciones a bajísimo precio gracias a la información privilegiada con que cuenta) para demostrar transparencia camino a ocupar la primera magistratura de Chile. La verdad es que no le creo por varias razones que intentaré explicar:
1.-Piñera pertenece a ese grupo de empresarios criollos que apoyó, por acción u omisión, a la dictadura de Pinochet -su hermano fue funcionario de la dictadura y él mismo logró jugosas ganancias con la compra de empresas públicas quebradas (Lan Chile, entre otras);
2.-Piñera es propietario -entre otras empresas- de Chilevisión, canal amarillista que denosta e insulta a los más pobres de este país. Para botón de muestra, los programas pseudoperiodísticos que muestran a las policías ingresando a precarias viviendas en los sectores más vulnerables de Santiago y regiones, amparados en la ley del delito flagrante, y humillando a sus moradores, más allá de la implicancia o no de esas personas en delitos o ilícitos. Jamás ese canal, ni menos ese tipo de programas, mostrará lo que sucede en el barrio alto, desde Plaza Italia hacia el oriente de la capital: ¿será que en las viviendas cuyo valor superan las miles de UF no se cometen fraudes, ilícitos, robos, tráfico de drogas, violencia intrafamiliar y un largo etcétera, o que Piñera apunta a estigmatizar a las poblaciones donde también la actividad social, política y cultural es intensa pero jamás se refleja en los noticiarios de Chilevisión. Piñera tergiversa la realidad nacional e internacional y manipula a la opinión pública, haciéndose eco de otros medios de comunicación chilenos, la gran mayoría en manos de la derecha nacional. Para constatar mi planteamiento, haga un rápido "zapping" por TVN, Chilevisión, Mega y La Red, además de Canal 13 -aunque este canal, en el último período, ha demostrado que ciertos de sus programas de prensa e investigación periodística son de buena calidad- y se dará cuenta que las "noticias" e "informaciones" solamente representan un ínfimo espacio en los "noticieros". La mayor parte se dedica a cuestiones sosas, insustanciales, farándula, pelambrillos de poca monta y denuncismos baratos, además, por cierto, de la crónica roja donde abundan los pobres, los marginados.
Pero volvamos a Piñera....

3.-No le creo al candidato Piñera pues, cual animal que olfatea el peligro, sabe que la recesión mundial -Ad Portas- es producto de la especulación financiera, la misma que él practica a diario, y que tal vez es conveniente dejar de lado un par de negocios e inversiones, hasta que pase la borrasca, y dedicarse a la política de lleno, donde el radio de influencias, los contactos internacionales y la información de primera mano son una mina de oro. Además, hoy en Chile la política es un buen negocio: nadie mata ni secuestra a los políticos, la pega no es tan dura, las posibilidades muchas y la fiscalización casi nula. Por otra parte, el discursillo aquél del "servicio público" no se lo cree ni él mismo, pues reconoció que, a poco de terminar estudios de economía en Estados Unidos, una de sus primeros trabajos, en Perú, le reportó varios miles de dólares...¡así a cualquiera le va bien poh!, muy distinto a los salarios que ofrece en Lan y muchas de sus otras empresas.
4.-En definitiva, pese a mi ácida crítica también hacia la dirigencia de la Concertación, que no ha hecho más que administrar el legado de la dictadura en varios aspectos, y cuyos rostros se repiten una y otra vez en distintos cargos, independientemente de si lo han hecho mal o bien, creo que es necesaria una reflexión antes de dejarse atrapar por cantos de sirena.
La única forma de hacer de Chile un país de verdad y para tod@s, es a través de la participación de l@s ciudadan@s, con movimientos sociales fuertes y presencia en cada municipio y región. Chile, al igual que muchos otros países, se verá enfrentado a procesos de difícil solución: medioambientales, laborales, políticos, económicos, culturales, migratorios, etc., y la vía para lograr un tipo de sociedad más justa y equitativa no pasa justamente por lo que pueda prometer alguien que comparte una visión mercantilista, economicista y neoliberal del mundo, donde las personas son solamente números o empleados desechables.

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