viernes, 27 de enero de 2017
La Moneda y su encuentro con empresarios coludidos: el intocable reino de las élites
Luego de más de un año de indagaciones respecto de la denominada "colusión del papel tissue", donde la poderosa CMPC, propiedad de la familia Matte, así como otras empresas pertenecientes a los Angelini, Luksic y a la Corporación de la madera, Corma, estafaran a millones de ciudadanos y ciudadanas por montos que superaron los 450 millones de dólares, la Presidenta Bachelet se reunió con representantes de esas empresas. Como resultado, cada ciudadano y ciudadana mayor de 18 años recibiría una compensación de 7 mil pesos, equivalente a 150 millones de dólares, monto muy inferior a las ganancias ilícitamente obtenidas.
En la cita, también participó Andrónico Luksic, cuyo Banco Chile otorgó, en menos de 48 horas, un préstamo "blando" a la nuera e hijo de la Presidenta, conocido como "Caso Caval".
El monto definido a reembolsar representa 95 mil 500 millones de pesos, es decir, el 78 por ciento de las utilidades de la empresa en pocos meses, aunque la estafa "autodenunciada" (apelando así a una figura jurídica destinada a disminuir el riesgo de un juicio formal) se prolongó por varios años.
El encuentro tuvo como marco devastadores incendios que han arrasado con poblados y miles de hectáreas de bosque, viviendas y pérdida de vidas humanas, ganado y cosechas que aún no han sido cuantificadas, como tampoco lo ha sido la otra arista del caso colusión, que tiene relación con la fijación de precios de los pañales acordado por los delincuentes de cuello y corbata y por lo cual el Sernac persigue, junto a consumidores, una demanda colectiva, aunque lo más probable es que los niños y niñas, público objetivo, hayan ya dejado el colegio cuando se dicte alguna sentencia tan o más ridícula que la del papel tissue.
Las interrogantes que surjen, entonces, son varias: ¿Por qué esos empresarios son convocados en medio de los incendios y al mismo tiempo se da a conocer el bono a cancelar durante el primer semestre del año? ¿Es que los menores de 18 años de edad no necesitan de papel higiénico? ¿Será que el hoy consumido por la llamas poblado de Santa Olga será reconstruído con "aportes" (libres de impuesto) del empresariado coludido, que de paso limpia su deteriorada imagen? ¿Qué relación existe entre las plantaciones de pino y eucaliptus, el Decreto 701, dictado en 1974, que favorece a las empresas forestales, ratificado durante todos los gobiernos de la concertación/NM y el de Piñera y la mencionada reunión?
Algunas de las respuestas a esas preguntas podríamos encontrarlas en el documental "plantar pobreza", de 2014 del periódico Resúmen http://bit.ly/1NeFeG1, a través del cual podemos informarnos de las implicancias de reemplazar bosque nativo por monocultivo (árboles como pino y eucalipto en su mayoría) tal como lo hace la industria forestal chilena y que permite que sucedan una serie de eventos: la tierra comienza a secarse ya que los árboles jóvenes (de rápido crecimiento) consumen una gran cantidad de agua y nutrientes, lo que no ocurre cuando hay biodiversidad y árboles adultos; matas la biodiversidad ya que para que crezcan únicamente pinos o eucaliptos se deben utilizar químicos que aniquilen el resto de la flora; contaminas el agua con las intervenciones industriales, asesinando a todo el ecosistema que dependa de ella; eliminas los sostenes naturales para los períodos de lluvia, imposibilitando la acumulación de agua para el período seco. Todo lo anterior facilita la aparición y la propagación de incendios, y además genera que comunidades enteras vivan en la precariedad, por ejemplo, nuestros pueblos originarios.
Tal como se plantea en el citado documental, el Estado de Chile, desde que se instauró el DL 701, en plena dictadura, subvenciona el 75% de la inversión forestal privada del país. La industria forestal es una de las más rentables del mundo.¿Por qué los chilenos debemos subvencionar el lucro de privados?¿Por qué parte de ese dinero no es destinado a CONAF?¿Por qué el DL 701 no fue derogado con la llegada de la Democracia?¿Las forestales devolverán el territorio que el Estado de Chile les dio y que pertenecía a los pueblos originarios?
En definitiva, la cumbre en La Moneda, ratifica que las élites son quienes manejan la política nacional, que los tribunales de Justicia sirven a intereses creados, que la corrrupción en el Congreso Nacional, en el poderoso empresariado criollo y el uso y abuso que éstos hacen con fuerzas represivas en el Wallmapu, está tan fuera de control como los incendios que asolan al país.
jueves, 30 de mayo de 2013
Roberto Ampuero y su análisis del Chile actual
En su
columna de El Mercurio de fecha de hoy, 30 de mayo, el escritor Roberto Ampuero
se refiere a la “novísima religión” o “el poder de la calle y las redes
sociales”, las que representarían una amenaza para la estabilidad democrática
del país, insinuando que desde fines de los años sesenta, una situación similar
derivó en el golpe del 11 de Septiembre de 1973, con las consecuencias ya
conocidas. Ampuero, cuyo deambular político desde la izquierda hasta anclar en
la centroderecha piñerista, es un reconocido escritor, pero de analista
político tiene poco.
martes, 9 de abril de 2013
Quien ocupe La Moneda, no podrá pasar
Enrique Fernández Moreno Publicado: 9 abril, 2013
“¡Paso”!.
Así de escueta fue la no-respuesta de la ex presidenta Michelle
Bachelet ante la pregunta de uno de los periodistas que cubrían la
presentación del equipo que apoya a la ahora candidata en su intento por
volver a La Moneda. Los profesionales de las comunicaciones, así como
parte del comando, vieron cómo Bachelet daba la espalda a los reporteros
y se perdía tras bambalinas. Luego, frente a cámaras y micrófonos,
fueron presentándose uno a uno quienes jugarán distintos roles en la
carrera presidencial de su abanderada.El gobierno y los partidos que lo apoyan no dudaron en ironizar con la actitud de quien se perfila como la única con posibilidades reales de derrotarlos en las elecciones presidenciales, pues los demás candidatos –con la excepción de MEO que probablemente obtenga muchos votos- no tienen posibilidades.
Bachelet partió mal, parece desconocer que durante el período que ocupó un cargo internacional, lejos de las lacrimógenas, el Transantiago, marchas, revueltas ciudadanas y estudiantiles, el país cambió. La ciudadanía –liderada por el movimiento estudiantil- ha propuesto e impuesto nuevos temas en la agenda pública, pero aquello parece pasar desapercibido para quienes manejan los hilos de la política. Y si lo intuyen, no saben interpretarlo.
Cuando en 2006 y 2007, los llamados “pinguinos” salieron a las calles, la clase política les dio la espalda, y quienes no fueron cooptados por los partidos o tentados por la farándula televisiva, fueron perseguidos, estigmatizados y reprimidos por la fuerza policial.
Pasaron 4 años hasta que, estimulados por las protestas en Aysén, los jóvenes retomaran con fuerza las banderas de lucha que continuaban latentes. 2011 marcó un antes y un después. Tras 20 años de pasividad y hasta permisividad con las decisiones políticas y económicas adoptadas por los 4 gobiernos concertacionistas, el movimiento estudiantil regresó con nuevos bríos, La clase política se parapetó en el Congreso Nacional, institución cuyo nivel de desprestigio se profundiza cada vez más. A modo de ejemplo, el actual vicepresidente de la Cámara de Diputados ostenta un prontuario que incluye fraude al Fisco.
La derecha defiende sus privilegios, y hace oídos sordos a las demandas populares que insisten en una asamblea constituyente que dé paso a una Constitución Política realmente representativa, democrática e inclusiva. Por otra parte, rostros históricos concertacionistas se suben a última hora al grito de educación pública de calidad, pues lo de gratuita está en veremos, ya que muchos representantes del espectro político de ambas coaliciones han lucrado y siguen lucrando.
Michelle Bachelet, de resultar electa, deberá adoptar las decisiones correctas para responder a las demandas de miles de ciudadanos y ciudadanas que no están dispuestos a seguir soportando abusos laborales, educación para ricos y pobres, falta de participación real, el robo de las Isapres y las AFPs, salud pública deficiente y la entrega de recursos naturales a privados, entre muchas otras exigencias que se han consolidado durante los últimos dos años.
En los próximos días, miles de rostros jóvenes ocuparán plazas, calles y avenidas, exigiendo educación pública gratuita y de calidad, y lo más probable es que muchos adultos –como ha sido frecuente- acompañen esas manifestaciones.
Recientemente, trabajadores portuarios paralizaron sus faenas y tanto el gobierno central como el empresariado alzaron su voz pidiendo aplicar la Ley de Seguridad del Estado, una actitud opuesta a la que tuvieron Longueira y Chadwick cuando justificaron a los agricultores que cortaron calles y carreteras en La Araucanía.
La ex presidenta, o quien resulte electo en los próximos comicios, no podrá decir “paso” a un movimiento ciudadano y popular cada vez más organizado, si no quieren ser sobrepasados por miles de chilenos y chilenas que buscarán sus propios caminos. - See more at: http://sitiocero.net/2013/quien-ocupe-la-moneda-no-podra-pasar/#sthash.8TYLPZFW.c9WvFKcq.dpuf
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sábado, 12 de enero de 2013
Selarón
El
tiempo en que viví en Brasil permanece vivo en mi memoria. Pasó de todo, desde
problemas en instalarme junto a mi familia debido a problemas burocráticos con
las autoridades de inmigración, pese a que había sido contratado por una ONG
europea, que nos alquiló un departamento muy cómodo en el barrio de Gloria,
cercano a Catete y el “Museo da República”, hasta el aprendizaje del idioma y
costumbres locales en esa “cidade
maravilhosa”, llamada Río de Janeiro pues los primeros portugueses arribaron
allí en un día de enero, convencidos que la Bahía de Guanabara era un gran rio. Sin duda, una
urbe de fuertes contrastes. No por nada,
entre los propios brasileros el país es llamado “Belindia”, juego de palabras
que grafica las enormes diferencias socioeconómicas en el gigante sudamericano:
dependiendo donde naces puedes sentirte en Bélgica o en la India.
Buena
parte de las tareas que debía cumplir para esa ONG se desarrollaban en
“favelas” de la ciudad; Rocinha, Compleixo Do Alemâo, Donha Marta y otras,
oportunidad en que aprendí a conocer el Brasil que no aparece en las postales
turísticas pero sí en la crónica roja; donde el promedio de edad de los jóvens
moradores de las favelas no supera los 18 años, en especial si mantienen
vínculos con alguna pandilla de narcotraficantes. Si no los asesina una banda
rival caen víctimas de las balas perdidas o de la policía militar, cuya fama no
se debe precisamente a su honradez o criterio.
Fanático
de largas caminatas por los pueblos, ciudades y países que he recorrido, fui
descubriendo rincones insospechados de Río, enamorándome de varios, entre ellos
el barrio de Lapa. Allí, mientras disfrutaba del incesante ir y venir de
brasileros y turistas, vendedores callejeros y músicos, prostitutas y narcos,
conocí a uno de los tantos personajes de novela que merecen ser recordados en
más de un libro y a quienes les he reservado un espacio en alguno de los míos:
Jorge Selarón, o “Selarâo”. Fue por recomendación de otro Jorge, Morello,
argentino radicado en Brasil desde hace mucho y gran amigo mío. El argentino me
habló de un pintor y ceramista de origen chileno que vivía cerca de Lapa. Nos
propusimos hallarlo y comenzamos a indagar, hasta que dimos con un habitante
del lugar quien, al oír el nombre, sentenció: “¡Selarâo!, a él tienen que
ubicarlo antes del atardecer pues luego estará ebrio y no querrá hablar con
nadie”! A renglón seguido, agregó: “Vive en la tercera puerta a mano derecha,
después del cuarto descanso de la escalera que ven allí, la de los azulejos”.
Decidido
a conocerlo, enfilé en la dirección indicada y golpeé en una colorida y añosa
puerta de madera. A los pocos minutos, un hombre de aspecto descuidado, manos y
rostros teñidos con pintura, mostachón y voz gruesa abrió: “¿sí..” –inquirió
desganado, mientras asomaba su figura bajo el dintel. Me presenté y le dije que
quería conocerlo, que admiraba su trabajo –mentí pues era primera vez que veía
los peldaños decorados con miles de fragmentos de azulejos y que conducían al
cerro Santa Tereza. “Gracias, mucho gusto; mi nombre es Selarâo”, masculló
distraídamente, en una mezcla de español y portugués, mientras me extendía su
mano con restos de cemento y pintura. Hablamos un buen rato y, cuando le dije
que había llegado hacía poco a Brasil para trabajar en temas sociales y
culturales en favelas de Río me advirtió: “Ten cuidado, amigo; un paso en
falso, hablas de más o miras a alguna “garota de bandido”, y estás frito”. Así
comenzó una amistad con Selarón, artista plástico chileno que conoció muchos
países de América Latina y el mundo, y que finalmente “por amor a una mujer que
no está”, como solía decir, varó en Brasil.
El
barrio de Lapa conserva huellas arquitectónicas y gastronómicas de los
portugueses; es el barrio bohemio por definición, tal vez comparable en cierto
modo a nuestro barrio Bellavista, en Santiago, o algunos sitios de Valparaíso,
pero más cosmopolita, mejor cuidado y de una intensa vida las 24 horas del día.
Allí, se tejió buena parte de la historia “malandra” de Río, “cuando los
malandras eran los Robin Hood brasileros -decía Selarâo, apoyado en la
mugrienta barra del tugurio regentado por María Palavrâo, ubicado a pocas
cuadras de su casa, y en donde adoptamos la costumbre de beber mucha cerveza
“estúpidamente gelada”, como le pedía a un negro corpulento y desdentado,
pareja de María, menuda y morena, y a quien
el gigantón negro le tenía pavor cuando entraba en cólera y de su boca brotaban
a borbotones insultos y amenazas terribles. Fuerte de carácter ella,
acostumbrada, por largo tiempo, a recibir palizas de sus amantes de turno,
hasta que una noche de mucha ingesta de alcohol extrajo un cuchillo cocinero y
degolló a su esposo; luego lo trozó y puso cada parte en bolsas distintas, las
que arrojó a la basura. María estuvo algunos años presa y, al cumplir su
condena, reabrió el boliche que había permanecido cerrado desde aquella vez que
decidió que nadie jamás la golpearía de nuevo y retomó la costumbre de servir
tragos y comida a los parroquianos del lugar, pues allí no llegaban turistas ni
extranjeros, ni tampoco los brasileros que vivían en los “barrios nobles”. Era
demasiado peligroso, según muchos, y la dueña, con su bien ganada fama, no
tenía mayor interés en hacer relaciones públicas para mejorar la imagen del
local ni tampoco la suya. Cuando Selarâo, con varias copas en el cuerpo, en una
de las tantas noches de juerga que compartimos me presentó a María, ella me
miró de pies a cabeza durante varios minutos, como si fuese un bicho raro, y
espetó: “aquí, a “cerveja” la pide al negrón feo ese, pero me paga a mí”. Luego
se dio media vuelta y continuó con sus quehaceres, pero de rato en rato me
observaba desde detrás del mesón. Cuando algún parroquiano se pasaba de copas o
comenzaba una trifulca, descubrí el porqué de su apodo: “palavrâo”, palabrotas.
El pobre ciudadano, al tercer insulto o amenaza, agachaba el moño, pagaba
calladito y se iba, o se mantenía quietito en su mesa.
Selarâo
me contó historias de malandras famosos, de guapos que no trepidaban en liarse
a tiros o a punta de navaja con la policía o con otros matones, pero que jamás,
por una suerte de código de honor, asaltaban viejecitas, vecinos del
barrio o dañaban a niños. “Hubo uno que
era homosexual –decía- y capoeirista de los mejores, rápido con el cuchillo y
con las piernas, y con conciencia social”, relataba mientras su “portuñol”, por
efecto del alcohol, se hacía cada vez más difícil de entender.
Muchas
tardes lo pasé descubriendo la historia de cada pedacito de azulejo que Selarâo
había puesto en los peldaños y descansos de esas escaleras, hoy atracción
turística de la ciudad y por lo cual ese chileno recibió el título de “hijo
ilustre de Río de Janeiro”. Me contó de la misteriosa mujer negra y embarazada
que adornan muchas de sus pinturas, de las tinas de baño que instalaba cual macetas
gigantescas en cada costado de las escaleras y que un día le fueron robadas, de
sus viajes, de su decepción respecto del Chile que había dejado atrás a
mediados de los años 80 y del amor “Es un veneno, una cicuta que bebemos
intencionalmente por costumbre y que nos puede matar lentamente”.
Selarón
fue hallado muerto hace pocas horas en un descanso de la escalera que adornó
con trozos de azulejos traídos de muchas partes del mundo. Recibía uno, lo
partía en trocitos “para que ninguno sea igual al otro”, y lo incrustaba en el
cemento. Así tomó forma lo que hoy es un verdadero ícono de la ciudad que amó.
Su cuerpo fue encontrado calcinado y vecinos de Lapa lo cubrieron con una
sábana blanca a la espera de que fuera recogido. Muchos dejaron flores, bebieron
cerveza “estúpidamente gelada”, cantaron canciones y oraron por el eterno
descanso de su alma. Más abajo, en las callejuelas de Lapa, la vida continúa
bullendo. Las prostitutas buscando sus ángeles rubios, los malandras salvando
el día, los turistas, extasiados, se pierden entre música, bares y cantinas y
María Palavrâo, seguramente ya enterada de la trágica noticia, habrá cerrado
por duelo.
Selarâo
se llevó a la tumba el secreto de la negra embarazada que figura en cada uno de
sus cuadros, y me hizo depositario de parte de ese secreto, que también
guardaré como homenaje postrero a quien fue mi amigo.
miércoles, 19 de diciembre de 2012
Agoreros
del fin del mundo y responsabilidad de medios de comunicación
“Los diarios se hicieron para ayudar a los
amigos y sepultar a los enemigos”, sentencia Carlos Carmona, periodista,
mientras degusta una cerveza. Y mucha razón tiene, aunque hay más que decir
respecto de los medios de comunicación, en particular la televisión.
Por estos días, la “caja de los tontos” ha
mantenido una sistemática campaña del terror anunciando el fin del mundo.
Imágenes terribles nos despiertan cada mañana desde los eternos “matinales” y
periodistas, locutores, comentaristas y toda suerte de pitonisos especulan acerca
de cómo será en realidad la concreción de la “Profecía Maya”.
En Televisión Nacional de Chile, Karen
Doggenweiler, pareja de uno de los candidatos a la Presidencia de la República, no tiene
reparo alguno en mostrarnos día a día pseudo reportajes o entrevistas con seres
que, en verdad, poco o nada aportan, así como programillas basura salpicados
con muchos comerciales de las mismas empresas, farmacias, bancos que endeudan y
estafan a millones de chilenos. Y ella, eventualmente, sería Primera Dama.
Hablo de TVN pues es la televisión pública
chilena. Mega, Chilevisión y los demás canales, al fin y al cabo son privados,
así es que no están sujetos al escrutinio público de la misma manera. Y hablo
de la televisión abierta, de consumo masivo por parte de dueñas de casa, niños
y niñas, desempleados u oficinistas, pues los más pobres de nuestra sociedad
carecen de Internet, televisión por cable u otra forma de información y
entretención.
Esa misma televisión, cuyo principal objetivo
pareciera ser el de anestesiar a las personas, termina siendo un arma de
destrucción masiva, deformadora y alienante, y sirve, además, a determinados
intereses políticos y económicos. Para muestra un botón: en 2011, mientras
miles de estudiantes se movilizaban exigiendo educación pública de calidad, tales
manifestaciones fueron ignoradas por cámaras, editores y periodistas, salvo
imágenes de la “violencia juvenil”, destrozos y quejas del comercio. Idéntica
situación con una prolongada huelga de hambre de comuneros Mapuche: simplemente
no existía, hasta que la presión popular, “tomas” de sets de televisión
incluídas y airadas reacciones por parte de manifestantes en contra de móviles
de televisión, obligaron a mostrar las calles abarrotadas de protestas.
Cuando los matinales no nos acosan con todo
tipo de calamidades y megacataclismos, son los realities, los “Yingos” –que
matan más neuronas que la pasta base, como rezaba un mural pintado en una
población periférica- y la farándula los que se encargan de idiotizar y,
vulgarizar todo y, si aquello fallara, harto fútbol y teleseries como broche en
lugar de noticiarios, diversidad y cultura.
Una vez terminada esta histeria del 21 de
diciembre, con secuelas psicológicas y más de algún suicidio individual o
colectivo, saqueos y robos por culpa del miedo inculcado por la televisión y
medios en general, será hora de pasar
factura a quienes no asumen su ressponsabilidad frente a la ciudadanía, comenzando
por ejecutivos de los canales y propietarios de diarios y radioemisoras.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
Eufemismos
Poco
antes de cumplirse el primer año de gobierno de Sebastián Piñera, y cuando la Concertación, que se
mantuvo en La Moneda
por 20 años, lamía sus heridas, publiqué “Chile
entre el desconcierto y el año yeta”, libro que retrata desde distintas
ópticas los últimos dos a tres años de centroizquierda en el poder y, por
cierto, el retorno derechista luego de más de medio siglo de ausencia en la
casa de Toesca, con excepción del cogobierno en dictadura.
Poco
antes de finalizar aquél libro, que contiene ácida crítica a la clase política
en general, entre otros variados temas, dudé respecto del título. Quise
bautizarlo como “Crónicas desde Eufemistán”, pero terminó llamándose como se
llama pues sí hubo desconcierto y sí volvió la “yeta”.
Eufemistán
se me ocurrió pues tras el atentado a las Torres Gemelas en Estados Unidos –su
propio 11 de Septiembre- la nación más poderosa del mundo arremetió contra
varios países que, supuestamente, poseían armas de destrucción masivas y/o
albergaban a terroristas islámicos. Tras largos años de guerras, cientos de
miles de muertos, heridos y desplazados, la teoría militar gringa carece de
asidero, pero se hizo con territorio, petróleo e instaló algunos gobiernos pro
Occidente en la cuna de Mahoma.
Pero
volvamos al título de mi creación literaria.
En
Chile utilizamos muchos eufemismos para disfrazar realidades. Los pobres se
llaman “carentes” o “vulnerables”; los ricos son “ABC1”; la tortura, en
dictadura y en esta democracia, “excesos”; quien queda si empleo,
“desvinculado”; los que protestan por demandas salariales y se enfrentan a la
policía, “vándalos” o “desadaptados sociales”; las antiguas poblaciones
callampas, campamentos o barrios marginales, son “villorios” y las fuerzas
armadas son “la reserva moral del país”. Y así una larga lista de palabras que,
cual cortina de humo, nos impiden vernos como somos, no como pretendemos que
nos vean, o ni nos vean.
Los
eufemismos ocultan distorsiones que atraviesan nuestra sociedad y se reflejan
también en asuntos laborales, como el simple ejercicio de buscar empleo. En
nuestro país, el barrio donde te criaste, el colegio donde te educaste, tu
apellido, contactos y “pitutos”, valen más que tus propios méritos; y ni se te
ocurra optar a un trabajo a través de una Oficina de Colocaciones o
respondiendo a un anuncio en algún diario, pues si no vas a “apadrinado”, no
resultará.
Hace
pocos días, un amigo me contaba que había postulado a más de cien cargos los
últimos dos años, sin resultado alguno pese a estar cualificado de sobra, pero
bastó que un amigo de un amigo le recomendara y ya se encuentra trabajando en
una repartición pública. “La amistocracia es mejor que la meritocracia”, dice
él, y con razón.
Por
estos días estoy concentrado en escribir mi primera novela, cuyo título no
adelantaré y cuyos personajes, situaciones, locaciones tienen mucho que ver con
algunas ciudades y países donde he vivido, y en donde Estocolmo y sus
alrededores tienen un sitial privilegiado. Mis años en esa ciudad nórdica
tuvieron de todo, y en forma irónica, antes de la era Internet, mis cartas a
Chile las comenzaba con “Estoeselcolmo, mayo, 1980…”
martes, 6 de noviembre de 2012
Elecciones municipales en Chile: el hastío ciudadano
Casi un 60 por ciento de potenciales
electores se restaron del ejercicio cívico durante las recientes elecciones
municipales chilenas, abstención que, pese a la modalidad de inscripción
automática y voto voluntario, no sedujo a los casi 5 millones de nuevos
inscritos.
La clase política –entre quienes se cuentan a
verdaderos clanes familiares, con uno o más miembros en cargos públicos, el
Senado, la Cámara
de Diputados y distintos servicios del Estado- se muestra preocupada, pues la
desligitimización de la política le quita sustento a esa actividad, con escasa
participación popular.
Lo anterior no debiese extrañar a nadie, en
un país que administra la herencia de la dictadura, con un sistema binominal
perverso, que ahuyenta a un electorado que elije cada cierto tiempo entre
rostros provenientes de la farándula criolla, verdadero semillero de los
partidos de derecha y extrema derecha, y una Concertación desgastada, sin ideas.
Los afiches de campaña, lejos de ofrecer
propuestas o programas, mostraban caras viejas “fotoshopeadas”, que no
revelaban a qué conglomerado político pertenecían, ni ideas. Sólo sonrisas y
eslóganes huecos.
La juventud, buena parte de ella movilizada
en las demandas estudiantiles de 2011, se quedó en casa, no sufragó o se dedicó
a “funar” las mencionadas elecciones, advirtiendo que está harta de esa casta
política apernada en el poder, que obtiene jugosas dietas, las que superan con
creces la de sus homólogos de varios países de América Latina y el mundo. Un
parlamentario chileno gana no menos de 30 mil dólares al mes –en un país donde
el salario mínimo asciende a 400 dólares mensuales-
El cansancio de la ciudadanía con la
dirigencia política es notorio y justificado, sobre todo si se considera que un
senador hace carrera y puede ser reelecto por varios períodos, sumando hasta 30
o más años en ejercicio, acumulando, por ende, un apequeña fortuna que no es
tan pequeña. 30 mil dólares mensuales durante 24 o más años es como sacarse la Lotería al menos una vez
por año.
Sumado a lo anterior, existen parlamentarios
designados, y aunque nadie votó por ellos, pueden mantenerse legislando durante
gran parte de su vida laboral, para luego volver a la actividad privada.
También ex comandantes en jefe de alguna de las ramas de las fuerzas armadas y
de carabineros, que hoy ostentan cargos públicos, obviamente representando a la
derecha.
En 2013 habrá elecciones presidenciales y
parlamentarias y se espera también que la abstención sea masiva, pese a
retoques superficiales de nuestro sistema político y económico, que para muchos
países se exporta como modelo a seguir pero para quienes vivimos en esta larga
y angosta faja de tierra debe ser modificado en su estructura, donde la
representatividad sea real.
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