jueves, 20 de noviembre de 2008

Chile país injusto

Miles de empleados públicos, médicos, funcionarios del poder judicial, sindicatos y diversas agrupaciones sociales están en estos momentos en las calles demandando alzas salariales que les permitan paliar la inflación acumulada que rebasa el 9.5 por ciento. A lo anterior, previsiblemente, habrán de sumarse otros grupos que reclamen una mejor educación, estabilidad laboral o pensiones justas. La situación, sin duda alguna, contrasta con la pasividad con que la sociedad chilena ha actuado durante el último tiempo, alterada mínimamente por las demostraciones efectuadas por estudiantes de educación media y universitaria, deudores habitacionales y trabajadores subcontratados.
Los manifestantes, que se han dado cita en Valparaíso, pertenecen a esa gran masa que, en algún momento, apoyó los distintos gobiernos concertacionistas, algo así como la reserva electoral para las elecciones presidenciales de 2009, que hoy duda de continuar apoyando a ese conglomerado, facilitando de ese modo la asunción de un gobierno de derecha.
En ese contexto, y mientras la oposición insiste en su estrategia de "desalojo" del gobierno -esta vez sin rockets ni tanques- los políticos oficialistas parecen haberse dado cuenta demasiado tarde que todo tiene un límite. Por años, la clase política chilena ha logrado sortear con relativo éxito las dificultades de un país donde el 5 por ciento de su población gana hasta 40 veces más que el salario del 70 por ciento. Un país donde la salud pública no ha mejorado ostensiblemente, la educación de mercado es una burla para los más desposeídos, los sueldos que pagan las grandes empresas son irrisorios y las visitas al dentista u oculista son un lujo reservado a unos pocos. Sumemos a esos hechos los onerosos ingresos de los parlamentarios de todas las bancadas, los arreglines y prebendas, el desfile entre los altos cargos de empresas públicas y privadas de los mismos apellidos que han manejado los hilos de la política y la economía de Chile por largas décadas y la herencia de apetecidos cargos, que van de padre a hijo y a nietos. Como resultado tenemos a estas miles de personas en las calles y la constatación de que, históricamente, Chile es un país injusto con sus ciudadanos y ciudadanas.
Tanto en La Moneda como en el Congreso, las palabras equidad y justicia social, así como oportunidades iguales para todos se han convertido en frases de buena educación pero jamás llevadas a la práctica. Los políticos lo saben. Los empresarios lo saben. La Iglesia Católica, representada por el obispo Goic y otros cuantos curas progresistas lo advirtieron hace rato y el pueblo, ahora, lo reclama a gritos: ya no se puede seguir esperando. No es posible que en un país con poco más de 15 millones de habitantes, a dos años de cumplir 200 años de vida independiente, aún existan desigualdades como las descritas, donde un ser humano, dependiendo en que tipo de cuna nace, tenga su destino marcado para bien o para mal.
Chile, que hasta hace poco se jactaba de ser el jaguar de América Latina, no ha sido capaz, gracias, entre otros factores, a la mezquindad y miopía de su clase política y empresarial, de ofrecer una mejor calidad de vida a millones de almas que han cifrado sus esperanzas en cada gobierno. Si bien es cierto hoy, de cada 10 jóvenes que acceden a la educación superior, seis provienen de familias donde nunca antes hubo un profesional, también es cierto que esos jóvenes no tienen asegurada la llave que les permita romper el círculo vicioso de la pobreza pues no cuentan con otra llave más importante: el vínculo, el apellido o, en último caso, el chilenísimo "pituto", mal endémico nacional que subyuga, humilla y derrota a generación tras generación. Un hijo de obrero, procedente de escuela pública o "municipalizada", que logre concluir una carrera universitaria, tiene menos posibilidades que su par de colegio y hasta universidad privada, Este último ya viene con un bagage superior, no en inteligencia necesariamente, pero sí en contactos, formación y hasta alimentación, y en el jibarizado mercado laboral, donde el exceso de sicólogos, periodistas, secretarias "bilingues", ingenieros comerciales y otros profesionales, sólo pueden soñar con un puesto de trabajo quienes nacieron en la mejor cuna y cuyos vinosos apellidos les auguren un futuro esplendor.
Lamentablemente, la (mala) clase política no supo o no quiso advertir a tiempo lo que hoy se levanta como la punta de un iceberg que amenaza la subsistencia de la Concertación como alternativa de gobierno por los próximos años, aunque muchos de sus representantes no temen a los vientos de cambio pues se han asegurado cuantiosas fortunas en menos de 20 años. Saquemos algunas pequeñas cuentas. Un senador gana tanto dinero por año que equivale a sacarse el Loto acumulado al menos una vez y media durante un sólo período como legislador. Lo mismo un diputado, ministro, embajador o asesor de cualquier laya en algún cargo de relevancia.
Por su parte, la derecha, ha realizado un trabajo de joyería desde el mismo 11 de Septiembre de 1973, primero desprestigiando la política y a los políticos, luego farandulizándola y ahora haciéndola cada vez más populista y bananera, a tal punto que cualquier persona lance una candidatura apoyada en sus escándalos de discoteca, músculos, condición sexual o relación familiar de cierta connotación. Ello me recuerda que cada pueblo tiene el gobierno que se merece, y también que hay muchos que no se merecen ese tipo de gobierno o de políticos. Son los que saldrán a las calles en los meses venideros, cuando la crisis política y económica sea de tal magnitud que los 25 mil manifestantes que ocupan ahora las inmediaciones del Congreso Nacional en Valparaíso parecerán un grupo de scouts en Jamboree.

jueves, 6 de noviembre de 2008

¿Debe asistir la Presidenta al homenaje a Jaime Guzmán?

Jaime Guzmán Errázuriz, artífice civil de la dictadura, de la Constitución Política que todavía hoy, a 18 años del término del régimen militar, aún nos rige en muchos aspectos , y del golpe de Estado que culminó con el "desalojo" -por la vía violenta- del gobierno de la Unidad Popular, tendrá su monumento en la zona oriente de Santiago, donde sus familiares y adeptos podrán ir año tras año a homenajear. El senador de la UDI, brazo político de Patria y Libertad, movimiento extremista responsable de muertes y desapariciones de personas y sostén de Pinochet, se convirtió en mártir de la derecha más rancia de Chile al ser acribillado a balazos en Ñuñoa.
Hoy, la Presidenta de la República, informó que no asistirá a la inauguración de la estatua de granito, pero que sí lo harán dos representantes del Gobierno. Tal declaración, como era de esperar, caló hondo en los seguidores de Guzmán y de su legado golpista, quienes señalaron que "la Presidenta no se puso a la altura de las circunstancias...". Tales palabras, expresadas por Longueira, indican que la hipocresía y el descaro de quienes gestaron, materializaron y perpetuaron a la dictadura, enriqueciéndose de paso ellos y sus cercanos, Pinochet y familiares incluidos, no tiene límite.
Con ocasión del funeral oficial del Presidente Salvador Allende, una vez recuperada la seudodemocracia imperante, no recuerdo haber visto a representantes de la UDI ni a la mayoría de los RN, ni a seguidores del pinochetismo participando de tales y merecidos homenajes. Tampoco les ví en los funerales de un chileno universal, como es Pablo Neruda, cuyo delito fue poner su imaginación y su pluma al servicio de causas justas. O reivindicando la figura -ellos que se autodenominan "populares"- de un cantautor, director de teatro y luchador social como Víctor Jara, cobardemente asesinado. Ellos, que dicen defender la libertad de prensa, tampoco se hicieron partícipes de la repulsa mundial por el asesinato del periodista Pepe Carrasco, o de los sacerdotes Antonio Llidó y Miguel Woodward, el primero, hasta hoy desaparecido, y el segundo torturado hasta la muerte a bordo del buque escuela Esmeralda, símbolo de la más feroz de las represiones y sobre cuya cubierta también brindaron Piñera, Longueira y Jaime Guzmán, entre otros, por el éxito del gobierno de facto.
Guzmán Errázuriz no representa en absoluto un ápice de demócrata, razón demás para que la Primera Mandataria no asista. Y no sólo eso: quienes hoy reclaman por la ausencia de Michelle Bachelet en la ceremonia que tendrá lugar próximamente, no sólo celebraron -y celebran cada año- el 11 de Septiembre como una gesta heroica, sino que también continúan burlándose de una de las mayores tragedias que ha vivido Chile y sus habitantes.
Durante largos años esos mismos personajes, Piñera-candidato entre ellos, intentaron encubrir muertes, torturas, desaparición de chilenos y chilenas, abusos de toda índole y el destierro de miles de compatriotas. Ayudados por los medios de comunicación encabezados por la cadena de El Mercurio, apoyaron la tesis del enfrentamiento entre militantes de izquierda para justificar sus muertes o desapariciones. Si no lo cree, o usted, estimado lector, era muy joven para aquél entonces, busque el titular del verpertino la Segunda de la época "Exterminados como ratas", montaje periodístico orquestado por los servicios secretos de la represión para ocultar una de las tantas masacres. Quien será honrado con un monumento en el barrio alto de Santiago, también se alineó con aquella mentira, y defendió a nivel nacional e internacional la obra de Pinochet, justificándolo todo.
Algunos dirán -tal como los alemanes y muchos europeos luego de terminada la Segunda Guerra Mundial y una vez hecha pública la existencia de campos de exterminio- que nada sabían; que la prensa libre no existía y, por lo tanto, no se podían enterar de la verdad, que eran invenciones del marxismo-leninismo, maoismo, socialismo y todos los "ismos" existentes. Hoy en Chile, muchos son quienes dicen no haberse enterado a tiempo, lo cual me recuerda aquella poesía que dice :"primero se llevaron a los negros,
pero a mí no me importó pues yo no lo era,
enseguida se llevaron a los judíos
pero a mí no me importó, porque yo tampoco lo era,
después detuvieron a los curas, pero como yo no soy religioso
tampoco me importó.
Luego apresaron a unos comunistas, pero como yo no soy comunista tampoco me importó
ahora me llevan a mí, pero ya es tarde".
El problema, estimados, es que Jaime Guzmán Errázuriz, y junto a él muchos más, algunos de los cuales hoy ostentan cargos en la empresa privada, en el Congreso y hasta en el Gobierno, sí sabían lo que sucedía...y no les importó.

sábado, 1 de noviembre de 2008

John MacCain en Chile o la triste historia de un perdedor con sabor a dulce de coco

Hace apenas 50 años, Barack Obama ni siquiera hubiese podido postularse a candidato a concejal en algún remoto pueblo norteamericano. En ese entonces, la segregación racial en Estados Unidos de Norteamérica campeaba, y las luchas por los derechos civiles arrojaban decenas de muertos, heridos, encarcelados y perseguidos; por cierto, negros la mayoría. Al mismo tiempo, en el sur profundo de ese país, y en una plantación llamada Teoc, y que aún existe, John Sydney MacCain III, solía visitar a su familia, que por 5 generaciones ha mantenido esa inmensa propiedad y en la cual, en 1812, William Alexander MacCain, tatarabuelo del actual candidato republicano, ejercía el poder absoluto y decidía sobre la vida y la muerte de sus 120 esclavos.
Una vez concluida la Guerra de Secesión, y cuando los negros pudieron liberarse -al menos en el papel- de sus cadenas, los otrora esclavos del tatarabuelo William, al igual que otros ex esclavos, pudieron optar por un apellido distinto al de su amo. Muchos afroamericanos decidieron apellidarse Freeman (hombre libre), aunque en esa hacienda, quienes cultivaban la tierra y enriquecieron a su señor, continuaron llamándose MacCain. De allí entonces que en Missisipi, todavía por estos días, los MacCain de uno y otro color de piel convivan atados a un tronco histórico común, tal como lo señalara en reciente entrevista a la prensa de Estados Unidos Lillie MacCain, descendiente de los esclavos de la plantación Teoc.
Pero volviendo a John Sydney MacCain III, el ex veterano y prisionero de guerra por 5 años en Viet Nam, quien aparentemente perdería las elecciones presidenciales del martes frente a Barack Obama, él visitó varios países del llamado "patio trasero de Estados Unidos", vale decir, América Latina. En 1957, y mientras el destructor Hunt de la flota gringa se hallaba atracado en Río de Janeiro, el cadete naval MacCain, quien viajaba a bordo de esa nave, conoció a Gracinda Teixeira una ex modelo y bailarina brasileña, con quien sostuvo un breve y apasionado romance, tanto que el ahora postulante a la Casa Blanca la menciona en su libro "Faith of my Fathers" como "la modelo de modas brasilera que aún recuerdo..." . En tanto, la ahora también veterana -pero de otras batallas- de 77 años de edad, quien había sido candidata a Miss Universo versión 1954, recuerda a su vieja conquista como un gran besador y un mejor amante. "yo le decía, cariñosamente, querido o mi dulce de coco" -rememora la Teixeira ante la insistencia de los periodistas cariocas-, como evocando el lugar exacto de nacimiento de MacCain: el poblado de Coco Solo, en la zona del Canal de Panamá, en 1936.
Otro dato que no muchos conocen, es que el besador de Río también ancló en Santiago de Chile, el penúltimo día de diciembre de 1985 por invitación del entonces embajador Hernán Felipe Errázuriz, pocas horas después de un prolongado apagón provocado por las protestas en contra de la dictadura militar. Se reunió con Augusto Pinochet y José Toribio Merino y, según cuenta un ex asesor del dictador, se habló de cómo frenar el avance del comunismo en América Latina. El comentario de MacCain al término de ese encuentro y antes de viajar a Puyehue en compañía de su esposa, fue que Pinochet encarnaba el anticomunismo visceral.
Así las cosas, y una vez que nosotros acá en Chile terminemos de celebrar este merecido asueto gracias a los hermanos evangélicos, y cuando los poco más de 303 millones de norteamericanos estén pegados a sus televisores, el martes, para ver la final electoral entre un descendiente de esclavos, nacido en Honolulu, y el heredero de la plantación Teoc, lo más probable es que, finalizado el conteo de votos, un coco más solo que nunca añore los brazos suaves y la boca fresca de aquél amor latino que le susurraba al oído que era su dulce de coco.