miércoles, 19 de diciembre de 2012



Agoreros del fin del mundo y responsabilidad de medios de comunicación

“Los diarios se hicieron para ayudar a los amigos y sepultar a los enemigos”, sentencia Carlos Carmona, periodista, mientras degusta una cerveza. Y mucha razón tiene, aunque hay más que decir respecto de los medios de comunicación, en particular la televisión.

Por estos días, la “caja de los tontos” ha mantenido una sistemática campaña del terror anunciando el fin del mundo. Imágenes terribles nos despiertan cada mañana desde los eternos “matinales” y periodistas, locutores, comentaristas y toda suerte de pitonisos especulan acerca de cómo será en realidad la concreción de la “Profecía Maya”.

En Televisión Nacional de Chile, Karen Doggenweiler, pareja de uno de los candidatos a la Presidencia de la República, no tiene reparo alguno en mostrarnos día a día pseudo reportajes o entrevistas con seres que, en verdad, poco o nada aportan, así como programillas basura salpicados con muchos comerciales de las mismas empresas, farmacias, bancos que endeudan y estafan a millones de chilenos. Y ella, eventualmente, sería Primera Dama.

Hablo de TVN pues es la televisión pública chilena. Mega, Chilevisión y los demás canales, al fin y al cabo son privados, así es que no están sujetos al escrutinio público de la misma manera. Y hablo de la televisión abierta, de consumo masivo por parte de dueñas de casa, niños y niñas, desempleados u oficinistas, pues los más pobres de nuestra sociedad carecen de Internet, televisión por cable u otra forma de información y entretención.

Esa misma televisión, cuyo principal objetivo pareciera ser el de anestesiar a las personas, termina siendo un arma de destrucción masiva, deformadora y alienante, y sirve, además, a determinados intereses políticos y económicos. Para muestra un botón: en 2011, mientras miles de estudiantes se movilizaban exigiendo educación pública de calidad, tales manifestaciones fueron ignoradas por cámaras, editores y periodistas, salvo imágenes de la “violencia juvenil”, destrozos y quejas del comercio. Idéntica situación con una prolongada huelga de hambre de comuneros Mapuche: simplemente no existía, hasta que la presión popular, “tomas” de sets de televisión incluídas y airadas reacciones por parte de manifestantes en contra de móviles de televisión, obligaron a mostrar las calles abarrotadas de protestas.

Cuando los matinales no nos acosan con todo tipo de calamidades y megacataclismos, son los realities, los “Yingos” –que matan más neuronas que la pasta base, como rezaba un mural pintado en una población periférica- y la farándula los que se encargan de idiotizar y, vulgarizar todo y, si aquello fallara, harto fútbol y teleseries como broche en lugar de noticiarios, diversidad y cultura.

Una vez terminada esta histeria del 21 de diciembre, con secuelas psicológicas y más de algún suicidio individual o colectivo, saqueos y robos por culpa del miedo inculcado por la televisión y medios en general,  será hora de pasar factura a quienes no asumen su ressponsabilidad frente a la ciudadanía, comenzando por ejecutivos de los canales y propietarios de diarios y radioemisoras.