jueves, 18 de junio de 2009

Tencha continúa su camino con dignidad

A los 94 años de edad, en su casa de Santiago, dejó de existir Hortensia Bussi, "Tencha", para sus más cercanos, y viuda del Presidente Salvador Allende. El único ex presidente de Chile que, a mi juicio, merece seguir llamándose Presidente.
A la misma hora en que redacto estás líneas, el antiguo edificio del ex Congreso Nacional es preparado para recibir los restos mortales de Tencha, donde serán velados y, probablemente, muchas personalidades públicas, así como ciudadan@s comunes y corrientes, se darán cita para rendirle un último homenaje. Pocos recordarán entonces que esta extinta chilena, alguna vez, ya exiliada en México, usó el falso nombre de Flor para ocultar su verdadera identidad y así enviar dinero y documentos a Santiago, como un aporte a la resistencia, desarrollando una incansable campaña internacional para dar a conocer al mundo el horror que tenía lugar en su país.
Durante los mil días de la Unidad Popular, un vasto sector de la burguesía nacional, estimulados por medios de comunicación opositores a Allende, liderados por El Mercurio, crearon mitos respecto de la personalidad de la esposa del Presidente. Se mofaron de ella y, apenas tuvieron oportunidad, la denostaron. Hoy, representantes de la UDI y RN, que afanosamente buscan reinstalar el brazo político de la dictadura en La Moneda, pronuncian palabras de buena crianza y se refieren a esta ilustre ciudadana con supuesto respeto. El mismo respeto que no tuvieron cuando celebraban con champaña y whisky el bombardeo a la casa de gobierno y a la residencia de Tomás Moro, desde donde la Primera Dama debió huir apresuradamente para evitar una muerte segura como consecuencia de las bombas arrojadas desde los hawker hunter, pilotados por soldados de la fuerza aérea de Chile. Tampoco demostraron recogimiento cuando ardía en llamas el símbolo de la República y el cuerpo sin vida del doctor Allende era retirado bajo un poncho, ni al desatarse el genocidio, la locura, la tortura y el odio institucional que sembró de cadáveres y tragedias los rincones de este país.
Esas mismas fuerzas políticas pretenden usar, a contar de marzo del año próximo, las restauradas dependencias que alguna vez, hace 39 años, recibieron a la profesora de historia y al médico.
Hortensia Bussi de Allende representó lo mejor de la mujer social, cultural y políticamente comprometida con la causa de los más desposeídos; y por ello fue sistemáticamente odiada y vilipendiada por quienes, pertenecientes a su misma clase social, no aceptaban que una de sus pares tuviese opinión ni que soportara estoica y digna la prepotencia militar, la muerte de su esposo y de una de sus hijas y el destierro.
Ella, siendo cristiana pero no católica, y él, ateo declarado y masón, formaron parte de un sueño y una tragedia que golpeó al mundo, y cuyas secuelas aún perduran. Y las nuevas generaciones, a su modo, siguen soñando un país y un planeta mejores.
En el corazón y la memoria de millones de personas, pese a todo, el recuerdo de ambos seguirá ligado para siempre al destino de Chile, y no seremos nosotr@s quienes debamos agachar la vista al pasar su ataúd camino al descanso final. Serán quienes se burlaron y mintieron, pero también aquellos que siguen usando el nombre del Presidente Allende para mantener sus parcelitas de poder, negociar todo y repartirse cual botín jugosas designaciones y cargos.