viernes, 13 de febrero de 2009

Caso Mirage: trato con guante blanco

Chile es uno de los países que se encuentra entre los que más desigualdad registra en los índices de América y del mundo, sin embargo, el gasto en armamento emula al de naciones con mejores ingresos.
Los militares chilenos -oficiales, por cierto- obtienen no solamente educación, vivienda, salud, prebendas y otras garantías que pocos trabajadores siquiera sueñan, sino que también jugosos salarios; pensión luego de 25 o 30 años de servicio y, una vez jubilados, con 50 años de edad o menos, empleo seguro en alguna empresa de seguridad. Sin embargo, ninguno de ellos ha peleado una sola guerra; salvo la "guerra sucia" en contra de sus propios compatriotas, con posterioridad a 1973.
Aún así, el ex comandante en jefe de la Fach, Ramón Vega, se ve envuelto en el denominado caso Mirage, donde cuentas bancarias a su nombre y parte de sus familiares directos, conteniendo miles de dólares, aparecen y desaparecen como por arte de magia. De inmediato, El Mercurio y canales de televisión, publican reportajes, realizan entrevistas y editorializan en un claro intento por sacudir la mugre hacia otros personeros, algunos de gobierno, con tal de limpiar en parte la imagen de Vega y, por ende, de las fuerzas armadas. El lenguaje es cauto, con uso y abuso de "presunto", "supuesto", etc.
Hasta ahora, Vega y los demás oficiales involucrados, han intentado defenderse de los cargos, señalando que las coimas son de responsabilidad de ciudadanos belgas, y utilizan resquicios legales para dilatar el proceso.
Hace unos días, leyendo periódicos que tratan el tema en cuestión, me acordé de un personaje de Gabo, en una de cuyas novelas señala que no hay ningún general que aguante un cañonazo de un millón de dólares.

miércoles, 11 de febrero de 2009

¡Que se vayan todos!

En Islandia y Grecia, en Lituania y Estonia, Londres, Buenos Aires y Santiago de Chile, aunque en menor medida, se alzan más y más voces, en distintos idiomas pero con idéntico significado: ¡que se vayan todos...!
El eslogan, nacido desde lo más profundo de la bronca proletaria bonaerense, apunta, principalmente, a la desidia, irresponsabilidad y avaricia de la clase política y las grandes empresas, que permitieron que en el país del trigo se inventara el hambre.
El tema más recurrente por estos días -no tanto en Chile, donde los medios privilegian las pataletas de un farandulero en la Corte o el comentario de la nauseabunda televisión criolla- es la crisis que se avecina; la carencia de oportunidades de empleo para miles de personas y las medidas que adoptará el nuevo presidente de Estados Unidos, el gigante que cojea de sus neumáticos, sus exportaciones y sus millones de desempleados.
En tanto, en Chile, la clase política aún no despierta: cree que el voto voluntario e inscripción automática será la salvación de quienes gobiernan. La derecha piensa que la decepción de muchos ex concertacionistas dará el triunfo a Piñera, y la izquierda ¿tenemos una izquierda con propuestas?, que los tres tercios volverán a situarla entre las posibilidades, según los cálculos de la ingeniería política.
Pero el análisis es más profundo: al grito de que se vayan todos se están sumando muchos miles en este país y millones en el mundo. No queremos más gobiernos que se turnan para no cambiar nada. No queremos empresarios que lucran con el sacrificio de sus trabajador@s, no queremos partidos políticos que sólo sirven a sus grupos de intereses y se reparten cargos con sueldos jugosos y prebendas que la gran mayoría nunca disfruta.
Hace poco, en Chile, cuando el cobre se vendía a muy alto precio, el gobierno se jactaba de la "responsabilidad fiscal y que hacemos bien las cosas"; sin embargo, seguía aumentando la cifra de cesantes. Hace poco, cuando los empresarios salmoneros y exportadores de fruta llenaban sus bolsillos de ganancias debido al precio del dólar, sus empleados no podían formar sindicatos ni exigir mejor seguridad en sus faenas: al menos una persona fallecía o resultaba gravemente herida en las salmoneras del sur cada mes, y las mujeres temporeras, algunas embarazadas, para más productividad, eran obligadas a realizar su faena inmediatamente después de haber utilizado plaguicidas en las "naves" o predios agrícolas. Los pescadores artesanales poco o nada pueden hacer en contra de los buques-factoría, que destruyen el mar y sus especies, y son reprimidos cada vez que reclaman sus derechos. El pueblo mapuche entierra a sus jóvenes "weichafes" y es encarcelado. Los estudiantes, que en 2006 se levantaron por una eduación de calidad para tod@s, vieron como la clase política chilena les dio la espalda. Hoy, lamiendo sus heridas, muchos jóvenes se reagrupan, y le dan la espalda a cualquier oferta gubernamental pues ya no les creen.
¡La crisis no es responsabilidad de l@s trabajador@s! . Ni en Chile, ni en China, ni en Islandia: es de las empresas, las trasnacionales, los especuladores. Es de los políticos oportunistas, que ostentando títulos de las universidades más renombradas del orbe, no ven la miseria a través de los vidrios polarizados de sus automóviles último modelo. Ni la desigualdad en el ingreso, ni la injusticia en el plano laboral. Ni se aplastan unos contra otros en el Transantiago, ni ven como sus hijos, a falta de oportunidades, se destruyen la vida inhalando bencina o pasta base en las poblaciones periféricas, pues ellos habitan barrios cuyas casas atraen a los marginales ya que allí se guarda el dinero robado a muchos.
Este 2009 pasará a la historia en la debacle mundial con explosiones sociales de envergadura. Con violencia, hambre y hastío, y seremos probablemente como muchas otras veces en la historia nosotros quienes pongamos los muertos, pero ellos también. Y como la historia siempre sigue su curso y la humanidad tiene la capacidad de reinventarse, los responsables de esta tragedia nunca más volverán a manipular al pueblo, pues los habremos echado de sus cómodos palacios.