jueves, 29 de enero de 2009

¿Vacaciones para tod@s?

"Vacaciones es tener un empleo al cual regresar", rezaba un eslogan de la LO sueca, equivalente a la CUT de Chile, en los años 80. Tal eslogan tenía directa relación con la crisis que, por aquél tiempo, afectaba a vastos sectores de la economía europea y sueca en particular, con un elevado índice de desocupados. Aún así, los trabajadores de ese país podían salir de vacaciones, normalmente entre junio y agosto, por tre semanas, "all inclusive", en hoteles de cualquier país del sur europeo, tomando un vuelo charter desde Estocolmo. Los más avezados, ahorraban dinero trabajando horas extras en el verano escandinavo para viajar por Sudamérica o Asia durante seis meses o un año. Pese a los altibajos económicos, el mundo laboral sueco disponía de salud y educación prácticamente gratuitas, transporte público de calidad fuertemente subvencionado, servicio de seguridad social, acceso libre de pago en bibliotecas y museos, alimentos al alcance del bolsillo, piscinas y gimnasios comunales de envidiable infraestructura y muchas otras garantías de parte del Estado. El impuesto a pagar por parte de cada obrero/trabajador sueco equivalía al 30%, aproximadamente, de su ingreso, además del impuesto comunal, que variaba según el lugar donde uno viviera. El impuesto al lujo y a la riqueza, así como a las empresas que más ganaban, sería impensable en Chile: altísimo. En fin. Pese al 6% de cesantía de esos años, la calidad de vida del asalariado del norte europeo no tiene relación alguna con la de la mayoría de los chilenos.
En este largo y flaco pedazo de tierra, que de vez en cuando de remece para recordarnos la fragilidad de nuestra existencia, son demasiados quienes viven para trabajar, y no trabajan para vivir. Un porcentaje importante jamás tiene vacaciones y, si las tiene, es a costa del dinero plástico, que tarda en cancelar más de 2 años en promedio por 15 días de asueto. Eso, sin contar que marzo se les aparece a la mayoría, con pago de uniformes, matrículas, cuotas y un largo etcétera, que hace de las vacaciones un caldo de cultivo para el estrés nacional.
Hace algún tiempo, en este mismo espacio, escribí un artículo titulado "Chile, país injusto", pues el lugar donde nos tocó nacer simplemente castiga a sus hijos de muchas formas, y el aspecto laboral es una de las peores.
En estos tiempos de crisis -lo peor está por venir- el empresariado hace de las suyas como nunca, ofreciendo salarios de hambre; con jornadas que se extienden, de forma innecesaria, por 12 o más horas, lo que redunda en una pésima calidad de vida, cero contacto familiar, dificultades en las parejas, carencia de recreación y fatiga física y mental.
Chile es, a ojos del mundo que ve sólo las cifras macroeconómicas, casi un ejemplo de país, pero las consecuencias saltan a la vista: el quinto país del mundo en peor distribución del ingreso, con diferencias de hasta 70 veces entre el sueldo o remuneración que percibe un profesional altamente calificado o un gerente en relación a la de un obrero. En muchos países europeos, tal diferencia no sobrepasa 5 a 6 veces ese monto. Otro ejemplo: la movilidad social en Chile es casi nula, con generación tras generación que no logra romper el círculo vicioso de la pobreza y la marginalidad. Aquí pesa desde el colegio donde uno estudió, el barrio donde se crió y hasta el apellido que arrastra, sin contar color de piel, ojos o forma de pronunciar la letra T, S o la Ch. Más: El consumo de antidepresivos y la enorme cantidad de farmacias existentes demuestra que no somos, mental y espiritualmente hablando, un país sano. Continúo: Si se postula a un empleo, todavía piden una fotografía, hecho que constituye un atropello a la dignidad y privacidad de las personas en cualquier otro país. En Chile, todavía se piensa que el trabajo -que es harto- que realiza una dueña de casa no necesita ser remunerado, pese a que sus jornadas se extienden desde el alba hasta que cae la noche.
En definitiva, cuando hablamos de vacaciones en Chile, tal como dice un querido amigo de Quillota, son vacaciones tipo RAID (Casa y jardín) para miles de compatriotas, y eso que todavía la clase empresarial, con el aval de la clase política, no logra introducir de hecho el concepto de "flexibilidad laboral", que no es otra cosa que seguir explotando a la clase trabajadora, sin que nadie fiscalice.
Usted, querido lector o lectora de estas anónimas crónicas y artículos, aproveche sus días de vacaciones, aunque sean del tipo RAID, para pensar cómo carajo hacemos para cambiar el estado de las cosas, o cambiar al Estado, por uno más justo, un Estado de bienestar social que impida que continuemos consumiendo toneladas de antidepresivos, no tengamos tiempo para amar, jugar con nuestros hijos e hijas y pensar que aquí, a esta vida, vinimos a trabajar nomás, porque así alguien lo dispuso.
¡Felices vacaciones!